Quan et sembla que tens una responsabilitat lingüísticomoral que t'obliga a buscar la paraula genuïna, encara que no sempre sigui la més espontània (en parlo més aquí), sempre hi ha qui et diu que remes a contra corrent, que les llengües evolucionen i és natural, que la gent ha de parlar com vulgui, etc. etc. El pròxim cop, potser els enviaré a llegir això:
(...) La gente de la calle no habla como le da la gana. Eso es una gran superchería. La gente de la calle —lamentablemente para lo malo y afortunadamente para lo bueno— habla imitando a periodistas, traductores, redactores, políticos, artistas...Si un politicastro de mollera esponjosa dice «ciudadanos y ciudadanas»; si el megáfono de una estación de trenes dice que «el tren efectuará su entrada» (es decir, que entrará); si un periodista dice que los motoristas están en la guarmap (warm-up, ‘vuelta de calentamiento’) o si un traductor dice que «el reloj de muñeca tiene un display luminoso» (pantalla), es una solemne tontería decir que esos términos se introdujeron en nuestro idioma con la naturalidad con que otrora lo hicieron los arabismos, galicismos y demás, y que el idioma es una lengua viva, y que el hablante tiene derecho a decir lo que le dé la gana (algo que es cierto) y topicazo tras topicazo... No, señores, no se introdujeron en la lengua, fueron calzados con palanca por personas con nombre y apellidos, (...) personas que saben decir esas expresiones correctamente, pero no lo hacen, bien por negligencia o bien por afectación.
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